21 diciembre 2023

Cerrado por navidad

Tenía pensado hablar, a modo de despedida prenavideña, de lo poco que me ha impresionado la última de Indiana Jones, pero se me ha ido el santo al cielo y las obligaciones familiares lejos de mi casa me reclaman. 

Lo haremos para empezar el año, a ver si conseguimos estabilizarnos en este nuevo espacio, por lo menos terminando de hablar de todo lo que aún tengo pendiente de los últimos meses del año.

Mientras tanto, disfruten. Que pasen felices fiestas y una buena entrada del año. Nos leemos en 2024, si la lotería no lo impide.



Déjame salir

Get out (Jordan Peele, 2017)

 


Y del terror burdo y descafeinado del innecesario remake de Friday the 13th, de la que hablábamos antes de ayer, al terror sofisticado, casi existencial, de esta Get out a la que recomiendo, si aún no se ha visto, acudir sin tener idea alguna de ella, incluso sin leer esta opinión, siempre hay tiempo de volver por aquí si lo necesitan.

Una pareja va a ir a visitar a los padres de ella. El hecho le genera dudas a él de cómo le recibirán, siendo él negro y ella blanca, preocupado por un racismo cada vez más evidente en los EEUU. Ella lo tranquiliza, pero él se muestra tan aprensivo que, a pesar de que no sucede nada grave, él empieza a desconfiar y a tener pesadillas, cosa que será tratado por la suegra, psiquiatra de profesión, con resultados mucho más inesperados de lo que él incluso llegaba a sospechar.

Estoy intentando no dar mucha idea, parte del impacto de la película creo que lo da la sorpresa, pero no sé si lo voy a conseguir, y menos a partir de ahora. No soy tan inteligente como Jordan Peele, que realiza un trabajo tan inteligente que nos la termina colando doblada. 

A pesar de que desde el inicio hay cierto tono de desasosiego, lo que nos presenta inicialmente parece un drama, una historia acerca del racismo americano, con sus policías que desconfían de los negros, y los parientes con ideas un poco nazis de los seres a los que queremos, por más que el resto del entorno sea seguro, con gente culta, leída y a favor de los "derechos civiles", pero cuya existencia no es suficiente para eliminar los temores del oprimido, ni los conflictos que las dudas generan.

Acompaña ese recorrido inicial de incertidumbres, que van en aumento, nunca se sabe muy bien hasta donde, con un aumento de la tensión progresivo, con acontecimientos extraños, personajes desconcertantes, y verbalizaciones que generan mucho malestar, hasta que la red de seguridad salta, de la forma más aparatosa posible, y nos encontramos con la verdad sobre la vida, sobre las sociedades occidentales, sobre la necesidad que tiene el privilegiado de la existencia del oprimido para poder seguir ejerciendo su privilegio, todo ello como cuento de terror que da miedo real, de ese que se nota en el cuerpo, te hace quedarte temblando y te dificulta el sueño, de ese que se basa en fantasías cientificistas de las que surgen las conspiraciones de los fans del "nazi del misterio", pero que se presentan con una base que se nos antoja como posible, que es lo que de verdad da más miedo.

Ha sido una de mis películas del año, por más que se estrenara hace ya siete. Qué bien hecha, qué elegancia, y qué pelos como escarpias desde que pasa el primer cuarto de hora.  

19 diciembre 2023

Viernes 13

Friday the 13th (Marcus Nispel, 2009)

 


¿Tiene sentido hacer un remake de una película hiperconocida de la que todavía se seguían rodando secuelas e inspirando otras series de películas de terror, no mejorando absolutamente nada más allá del presupuesto? Yo creo que no, pero dentro del panorama de desvergüenza tradicional que ha rodeado a este cine (y que pasa por resucitar villanos muertos, inventarse giros de guión que desdicen a sus predecesoras, no pagar un duro a nadie que haya tenido algún tipo de relación con el Actor's Studio o, incluso, con algún tipo de conocimiento sobre escritura cinematográfica, o convertirse en refugio de pajilleros que querían ver tetas, por ejemplo), entra dentro de lo razonable que se hiciera.

Quizá esa desvergüenza, que la lleva a una aparente falta de pretensiones, es lo único bueno de toda la cinta, pero entiendo que los fanáticos les guste, al fin y al cabo da más de lo mismo, pero con más sangre, y un recital de asesinatos, que es de lo que se trata al fin y al cabo, donde sí que se esmeran en intentar conseguir algo de originalidad e impacto. Es en lo único.

Un tardoadolescente va buscando a su hermana desaparecida. La búsqueda le lleva a un bosque alrededor de un lago, con un campamento abandonado, adonde también han llegado otros adolescentes ligeramente más jóvenes, que han decidido ir a pasar unos días a casa del popular hijo de un ricachón, que los invita para follarse a una señorita que ve al tardoadolescente y "siente" que tiene que ayudarlo, lo que da la impresión de que ligeramente tiene que ver con que el tardoadolescente le provoca humedad en los bajos, cosa que cualquier espectador que lo compare con el niño de papá, puede entender perfectamente. 

El heredero y prácticamente todos sus amigos son unos cretinos que tomarán las peores decisiones posibles, incluyendo drogarse mucho en situaciones de peligro vital, ir solos a sitios cuando saben que acecha un asesino, y hacer caso omiso de todas las señales que encuentran, aunque las señales sean un tío con un machete. La oligofrenia campa a sus anchas, no sabemos si es que la gran plantación de marihuana que parece defender el asesino los deja colocados todo el tiempo, pero la historia es que nadie parece tener el suficiente sentido común para salir corriendo y, claro, caen como moscas. Total, que la hermana desaparecida está secuestrada por Jason, el malo asesino, por algún tipo de cosa que ni puto sentido tiene ni me acuerdo a estas alturas, y su rescate termina llevando a una situación aún más improbable, que se resuelve sin resolverse de la forma más burda posible.

El argumento es el que es, la dirección avanza a trompicones fuera de los momentos sangrientos (únicos en los que se nota cierto esfuerzo), todo es de baba y ni para paja de incel sirve, las motivaciones parecen tener que ver con demostrar que siempre se puede ser aún más imbécil, y tanto los diálogos como las actuaciones llevarían al sonrojo a cualquier director de serie Z. Pero como no se trata de eso, se podrá disfrutar el festival de vísceras y sangre si es que no se va a buscar otra cosa. 

Hay un par de momentos en que parece que va a haber un cierto nivel autoparódico, cosa que me llenó de esperanza, pero no fueron más que un espejismo. No hay nada nuevo bajo la luna del campamento Crytal Lake, más allá de mis ganas de que Jason hubiera "monetizado" sus tierras haciéndose empresario horticultor productor de hierbas mágicas, y el resto de habitantes de la zona fueran sus secuaces protectores de la bendita droga. Hubiera dado para algo divertido, pero no, ni eso era así.

17 diciembre 2023

El Conde

El Conde (Pablo Larraín, 2023)

 


En un país indeterminado (que resulta ser Chile), se analiza la figura de un antiguo dirigente (que se parece muchísimo a Pinochet), presuntamente fallecido, desde el punto de vista de la corrupción. Eso parece molestar mucho al fallecido en cuestión, que sigue no muerto y coleando, ya que, en realidad, es un vampiro, retirado a vivir en una granja en medio de la nada, y de cuya existencia ultraterrena sólo parecen tener conocimiento cierto su esposa, su ex-antiguo general, ahora criado a tiempo completo, y sus hijos, que van a visitarle porque están muy preocupados por la herencia, dado que El Conde, ha decidido suicidarse de su no vida eterna. 

En lo que van a ser sus últimos días, el Conde repasa su existencia y lo malagradecidos que fueron con él, así como su preocupación acerca del recuerdo que va a dejar en la historia, muy distinto del que suponía. Coincide todo ello con la visita de una joven, que hemos visto ordenada como monja, que tiene por misión aniquilarlo y robar todo lo que pueda de su herencia, pero que finalmente parece enamorar (y enamorarse) del Conde, provocando un cisma de consecuencias catastróficas. Tanto, que la voz en off que nos ha venido narrando todo este cuento de terror, en un inglés muy británico, aparece a visitar a su amigo, el Conde, en forma de política británica de amplio cardado (e ingrato recuerdo para casi todo el que no es un sociópata). 

Esta es la premisa de este cuento, mezcla de comedia negra y terror, y sátira de la vida, la persona y la familia del dictador chileno, que Pablo Larraín entrega para Netflix, con un despliegue publicitario, tanto en la plataforma como fuera de ella, digna de cualquier gran producción para todos los públicos. Cosa que es sorprendente, entre otras cosas, porque a priori estamos ante una película para un público muy escaso, muy concreto, y de difícil visionado (algo menos de interpretación). 

Larraín presenta al Conde como alguien obsesionado consigo mismo, con cómo será recordado, que no es capaz de entender por qué lo que va a tener consecuencias en ese sentido es su corrupción (enorme, a la que se cree con derecho, y por la que todas las alimañas que tiene en forma de hijos, tanto biológicos como ideológicos, se terminarán peleando) y no sus verdaderos crímenes, sus asesinatos. Con una mujer, ideóloga de sus mayores maldades, que lucha porque su marido le reconozca como tal, y con un lacayo demasiado leal para ser cierto, que en el fondo no soporta que todo el mérito homicida se lo lleve el jefe.

El acercamiento desde el terror parece una decisión extraña, aunque se puede entender desde la incomodidad que provoca todo el metraje, donde el miedo surge más del malestar del espectador ante lo que está viendo y escuchando (ese orgullo ante las malas obras...) que de la tensión narrativa in crescendo del cine de terror al uso. Es un miedo que surge de la propia conciencia de que hay gente mala en el mundo, y nada podemos hacer para evitarlo, más que de sustos y situaciones concretas que provoquen angustia, aunque alguna hay. Es un miedo que, en realidad, no sólo no aporta nada a lo que se está contando, sino que estorba y distrae de lo que se supone que nos quiere decir.

No entendí mucho ese acercamiento, ni el personaje de la joven ni tantas otras cosas que ocurren. La factura es excelente, pero el guión parece caminar con dificultad, chirrían bastantes cosas del libreto, y su intento de ser reflexiva termina haciendo que se haga larguísima, en parte  por lo lento, en parte porque no termina de dejar claras sus intenciones hasta que aparece Thatcher, ya al final de la cinta, posiblemente la parte mejor conseguida de toda, y la más divertida sin duda. 

Si Larraín pretendía incomodarnos, lo consigue. El resto de lo que se supone que quería hacer, según sus propias declaraciones, no creo que haya terminado de lograrlo.

16 diciembre 2023

Snatch: cerdos y diamantes

 Snatch (Guy Ritchie, 2000)

 

El inicio del éxito internacional de Guy Ritchie, que le sirvió para poder cobrar mucho dinero por dirigir proyectos horrorosos y/o impersonales, sólo teniendo que repetir cada tanto la fórmula de su éxito inicial, le llegó con esta película, segundo largo tras su exitosos debut británico con Lock & Stock and Two Smoking Barrels, en el que repite parte por parte todo lo que ya le funcionó en ella, sólo que con mucho más dinero, estrellas de Hollywood implicadas, y una distribución internacional asegurada. 

No me entiendan mal, no quiero quitarle mérito a esta película, que creo que roza la excelencia, sino al resto del trabajo de Ritchie, mucho más cuestionable. Pero eso sería otro debate. 

Snatch, desconozco el motivo de su subtítulo español, es, como ya dijimos, una versión mejorada, tanto en presupuesto como, creo, en realización, de su película previa, con la que comparte temática y patrones de personajes. Ritchie, también guionista de ambas, se mueve bien en el hampa, en los repartos corales y las situaciones imposibles de las que escapar (o no) por los pelos, con las sorpresas del guión y la conversión de mindundis en figuras casi heroicas. 

Su cámara es ágil, el ritmo rapidísimo, vertiginoso por momentos, y rompe continuamente con planificaciones clásicas, utilizando la estética videoclipera, tan denostada como lenguaje cinematográfico por aquella época, como un recurso narrativo más. 

Por momentos, porque la inspiración no sé si es reconocida pero es evidente, parece que estemos ante una actualización europea del cine de mafiosos de Scorsese, con un sentido, además, mucho más lúdico. Es una visión de la delincuencia mafiosa centrada en los secuaces, los gregarios, los personajillos de poca monta que al final son los que se meten en líos y solucionan los problemas, más que en unos jefes que, al contrario que sus homólogos del cine hollywoodiense, son de todo menos sofisticados. 

Y además, el punto de vista huye de lo dramático como de la peste, y se centra en lo cómico-aventurero (no sé cómo llamarlo), con una serie de situaciones y personajes (toda la trama de los gitanos es hilarante) que se salen del ideario habitual y cuyas pifias sirven más para el disfrute que para la exploración dramática. 

Un reparto coral, con múltiples líneas argumentales que confluyen, efectivamente, en unos diamantes que, de no aparecen, hará que echen a todos a los cerdos, es llevado sin ningún tipo de esfuerzo por un guión donde todo está hilado, todas las situaciones parecen contar con peso específico, y nada parece que sobre y quede colgado.

Los actores cumplen con su función, tampoco estamos esperando aquí las grandes interpretaciones de la historia, y parecen pasárselo muy bien mientras tanto. 

Todo funciona como un reloj, que es el motivo por el que repitió lo mismo con sus Sherlock Holmes o su The man from U.N.C.L.E., con resultados más discretos, pero de un nivel aceptable, y, sobre todo, divertentes. Tanto fue el éxito en su momento, y tanto lo que Ritchie le debe, que se hizo hasta una serie a mediados de la década de los 2010, de la no puedo hablar porque me acabo de enterar de que existe.

Lo que nadie termina de entender es qué hacen ahí en medio una versión "live-action" de Aladdin o ese engendro que hizo para contentar a Madonna cuando estaba casado con ella. Espero que, al menos, ganase mucha pasta.

15 diciembre 2023

El vecino

El vecino (serie de TV, Zeta Audiovisual/Netflix España/Astiberri Ediciones)

 


Una de las apuestas más arriesgadas de Netflix España fue la producción de la primera temporada de esta serie, basada en un cómic no demasiado conocido. Por más que llegó a tener una segunda temporada, poca gente la recuerda aunque, visto el nivel de la producción original tanto de la plataforma como del resto de producciones patrias, merecía mejor suerte.

Un alienígena moribundo llega a La Tierra y viene a caer en un pueblucho de Castilla donde están pasando el fin de semana un niño de treinta y tantos años y su novia/madre, después de que el primero engañara a su crédulo jefe, otra vez. Por arte de la circulación sanguínea restablecida tras un traumatismo cráneo-encefálico, el alienígena, a priori una especie de salvador del universo, "elige" a uno de los dos, concretamente al niño treintañero, que es el que está despierto, como sucesor y heredero de su traje y sus superpoderes, antes de espicharla y desaparecer, y éste hace lo esperable para alguien como él, no contarle nada a su novia y confiar en el nuevo vecino, compañero de piso de la amiga de su novia que vive a su lado, para que lo ayude con sus poderes. Su novia, hasta el toto ya de las niñerías de su amado, decide dejarlo, y éste idea un plan para recuperar su amor que consiste en engatusarla con los poderes que le ha ocultado tener, para luego confesarle su identidad secreta. Cosa que no termina de salir bien porque, en el fondo, no deja de ser un cretino y su novia una mujer que intenta vivir en el siglo XXI. 

Como no podía ser de otra forma, lo que nos presentan los autores es una serie cómica con clara inspiración tanto en el cine de superhéroes naïf de los ochenta (tipo Superman), como, mucho más evidente, en The Greatest American Hero, actualizando la comedia romántica de superhéroes con una base de enredos, incorporando lo "nerd", el avance de los derechos humanos, los cambios en cuanto a las relaciones interpersonales, sexuales y de pareja, la discusión abierta sobre la precariedad laboral, las malas prácticas del capitalismo o la conciencia social y ecológica. Todo ello, a la vez, apestando a España cañí y con una pareja protagonista que ejemplifica la heteronormatividad más arquetípica, con alguna leve capa de maquillaje, como para que no se note mucho. 

Ese es, quizá, uno de los problemas fundamentales de la primera temporada de El Vecino. Si bien construye medianamente bien su narrativa de base, patina enormemente cuando se dedica a la comedia "de géneros" o "emocional", por más que logre recuperarse cuando se dedica puramente al enredo, por más que haya demasiado chiste localista o culturalmente caduco.

Lo cómico se entiende sin problemas, pero falta el timing. Aunque hay momentos de carcajada, se mueve más en el tono simpático que en el de la comida de "golpes". La dirección se ve limitada tanto por ese libreto que va construyendo más que dando golpes de efecto, como por las limitaciones económicas que llevan a tener los más cutres efectos especiales en mucho tiempo, aunque es cierto que eso es lo menos importante de todo.

Aún así, la primera temporada resultaba simpática, por más irregular que fuera todo, aunque parecía diseñada más como una temporada de presentación, cosa que al final terminó siendo. 

La segunda decidía apostar  por "internacionalizar" su conflicto más allá del barrio donde se presenta la primera, deja un poco de lado el romanticismo (que sigue siendo lo que más grima da), e incorpora tramas y personajes (incluyendo su alcaldesa corrupta) que ayudan a que mejore el ritmo, que haya más chistes, que los personajes se dibujen mejor y que, en resumen, se potencie lo cómico, corrigiendo gran parte de lo que lastraba a su primera temporada, mejorando muchísimo en todos los aspectos lo que, también hay que reconocerlo, tampoco estaba tan mal.

Pues ya con todo corregido, Netflix decide cancelar la serie antes, incluso, de emitirla cuando, pese a sus fallos, es infinitamente mejor que cualquier capítulo de Élite, por poner un ejemplo. Me hubiese gustado ver cómo seguía. 

13 diciembre 2023

Flash

The Flash (Andy Muschietti, 2023)

 


Parece que hubo alguien en DC que decidió que con siete temporadas de una serie de televisión bastante mediocre no habíamos tenido suficiente del "hombre más rápido del mundo", y que había que introducir a un nuevo flash en Justice League para rebootear al personaje y llevarlo al ámbito cinematográfico. 

Que el actor protagonista lleve años metiéndose de un follón en otro (incluyendo la comisión de delitos varios) no es tan grave como un post de instagram, y es por ello por lo que, por más que Ezra Miller sea un indeseable, el proyecto tiró para adelante, y se dio luz verde a otra nueva película de DC con las mismas características que todo el resto de películas de DC que ya habían sido un fracaso. Conclusión: se hostió en taquilla para sorpresa de nadie. 

¿Que por qué considero que esto es importante a la hora de dar mi opinión sobre la película? Pues porque va a ser muy parecida a las que ya di hace poco de los Shazams o de Blue Beetle.

La historia, posterior a los eventos de Justice League, comienza con Barry Allen ayudando a salvar un hospital a Batman, en una escena de inicio tan prescindible y larga como estéticamente resultona, para posteriormente sufrir un desajuste emocional donde comprueba que puede viajar en el tiempo, ofreciendo una ayuda al hombre murciélago que éste no ha pedido y rechaza. 

Desoyendo los consejos de su mentor, planea un viaje que ayudará a salvar a su madre y, con ello, a su padre encarcelado, pero que, de vuelta, lo conduce a un futuro alternativo en el que sus padres siguen vivos, su yo de ese futuro, con el que coincide, no tiene poderes, y todo es muy diferente de lo que había en su mundo, incluyendo una Liga de la Justicia inexistente, con un homenaje al Batman de Tim Burton, más viejo, cansado y torpe, un Superman que no tiene nada que ver con el de su mundo, y un enemigo vencido al que hay que volver a vencer sin tener herramientas para ello, y que vuelve a triunfar una y otra vez por más vueltas al pasado que intentemos para subsanar errores.

Todo con muy buena pinta, pero alargado sin necesidad, rodada con decisiones poco favorecedoras de la progresión dramática, y con dos o tres momentos de divertimento que son sepultados por el mismo tono intenso en lo formal que ya es marca de la casa, a la espera de que Gunn termine de eliminarlo. 

El resultado de todo es previsible desde el inicio, lo que no es obstáculo para que haya cierto nivel de interés y hasta de sorpresa, pero no deja de resultar plomiza por momentos, y no termina de saber explotar los buenos mimbres que pudieran tener su historia, por más que ya hayamos visto premisas similares con la misma conclusión cientos de veces.

No es tan terrible como la mayoría de sus predecesoras, pero me da la impresión de que hubiese podido funcionar mucho mejor en otras manos.

12 diciembre 2023

La sirenita

The little mermaid (Rob Marshall, 2023)

 


¿Aporta algo rehacer una película de animación icónica, como de "acción real", cuando el CGI llena el noventa por ciento del metraje? NO. Y aunque no fuera a base de CGI, no tiene sentido alguno, más allá de la esperanza de recaudar por recaudar sin tener que gastar mucho en guionistas, me imagino. 

La historia es que, como ya ha pasado con otras (sólo he visto un par de ellas, y, como esta, no por decisión propia), la The little mermaid hecha con actores no aporta absolutamente nada a la versión de animación clásica, y cae en todos los errores que, en su momento, vi en las versiones no animadas de Beauty and the Beast y Mulan, quizá está última la más decente de todas. 

Entiende, como las anteriores, que la versión anterior estaba dirigida a público infantil, y quieren dirigir esta a adultos, cosa que hacen sin plantearse dar profundidad real a sus personajes ni historias, no vaya a ser que espanten a los disney-adults, sino a base de añadir escenas extras que no aportan nada, optar por fotografía oscurecida, y algún que otro frame de tortura/dolor/conflicto banal, como mucho. Diatribas en torno al amor y la herencia principesca, también sin ningún tipo de profundidad alguna, son las originales de este título respecto a otros, pero todo con la misma irrelevancia y sin que sirvan para nada más que para alargar el metraje.

Aunque ese es el peaje, lo peor no está ahí. Lo peor es que la estética es horrible, los personajes están caricaturizados, Úrsula es una pantomima, salvo la protagonista, el resto de los actores parece que están ahí para cobrar el cheque, se alarga muchísimo, resulta aburrida, los números musicales son artríticos, los personajes de animación dan mucha grima... Es, francamente, una terrible adaptación de una película de animación modélica. Rob Marshall hace lo que puede, pero no le sale bien. 

¿Es lo peor que he visto este año? No. Ahora, ni la voy a volver a ver ni la voy a echar nada de menos.

10 diciembre 2023

Scream VI

Scream VI (Matt Bettinelli-Olpin, Tyler Gillet, 2023)

 


Puede que en el futuro se estudie la saga Scream por varias razones, entre ellas, desgraciadamente, el cómo cargarse una franquicia a costa de tomar malas decisiones de producción, pero eso es algo que no nos compete, por más que me apetezca señalarlo.

La historia es que la última película de la saga como tal, cuya preproducción ya vaticinaba que, quizá, los que tomaban las decisiones no eran los más avispados, viendo que dejaban a la protagonista original fuera de la película por una cuestión, parece ser, puramente económica, se ha convertido en el final de una trilogía que nunca verá la luz, porque parece que las actrices de Hollywood no pueden llamar genocidio a lo que lo es, y esos mismos ejecutivos decidieron decapitar a Melissa Barrera, con la última de las tres nuevas entregas ya en marcha, por denunciar obviedades en redes sociales. Una pena. Eso si, la decisión ha servido para que Jenna Ortega vuelva a demostrar que tiene el representante más listo del mundo, abandonando un barco que ya estaba hundido, por más que sus responsables fuesen incapaces de verlo. 

En fin, que a pesar de que, como ya conté en el otro blog, Scream 2022 me gustó a medias, me va a dar mucha pena que la saga se interrumpa aquí (ahora se plantean rehacer completamente la franquicia, hay que ser imbéciles cuando no les hacía ninguna falta y muchos vamos a obviarla) porque, precisamente, la intención de trascendencia, la falta de autoironía y el tomarse demasiado en serio a sí misma, que es lo que me chirrió de la primera entrega, se corrigen volviendo a hacer una película disfrutona, divertidísima, absurda, y mucho más redonda que su primer episodio, al menos en ese sentido. 

No hay mucho más que pueda decir de ella. Es un slasher estupendo, heredero directo de sus precedesoras (lo que incluye mucho diálogo metacinematográfico, mucha tensión, mucho asesinato a medias, mucha motivación bobalicona, mucha sorpresa, mucho susto y mucho grito), donde los personajes de las hermanas asumen su mismidad, el gore cada vez es más gore, y se juega con el espectador, incluso haciéndole cómplice de los juegos con los asesinos. Me lo pasé bomba, para qué les voy a mentir.

06 diciembre 2023

El guardaespaldas

The bodyguard (Mick Jackson, 1992)

 


Los albores de los años noventa del siglo pasado vivieron el auge de un subgénero, el llamado thriller psicológico, que llegó a inundar las salas hasta el punto de que hubo un momento en que parecía que no se estrenaba otra cosa. 

Esa intriga con elementos presuntamente psicológicos era, en realidad, una especie de pastiche de elementos del cine negro, de la intriga clásica no policiaca y del terror elevado, que daría algunas obras excelentes y una montaña de películas de las que ya no se acuerda nadie, y que tuvo tal eclosión que terminó teniendo subgéneros propios, el mejor de ellos, por puro descabellado, el thriller erótico de los noventa, pero esa es otra historia.

El caso es que la moda del thriller se unió, por puro interés de facturar, con la moda de las cantantes/actrices, en este caso una Whitney Houston, en pleno periodo de expansión internacional, y la necesidad de Kevin Costner de buscarse otra cosa tras su pequeño paso por el rol de sex-symbol, cuando ya poco después de ser designado como tal (posiblemente el más sobrevalorado de todos ellos) empezaba a presentar signos de calvicie y de desarrollo de una, ya en esta película, prominente papada. Y esos fueron, a grandes rasgos, los motivos que generaron esta película.

Es importante tener esto en cuenta, sobre todo si hay alguien a quien le da por verla. Yo llevaba sin hacerlo desde su estreno en cines, siendo adolescente y muy fan de la Houston, y aún así me pareció más mala que la quina. Hoy estaba puesta en casa La Sexta, ha empezado y me he quedado hipnotizado. Hacía mucho que no veía un descarrilamiento igual.

A Kevin Costner, guardaespaldas de élite, lo contratan unos señores para que proteja a una cantante que está recibiendo amenazas, y que no es otra que la Houston, que no ve tanto problema, no hace caso de lo que el profesional, con su previsible pasado presuntamente tormentoso y unas formas un tanto dictatoriales, le ordena hacer, hasta que siente la amenaza que el otro le había dicho y entonces le empieza a hacer caso en todo, lo que no evita que la ataquen y haya "daños colaterales". En medio se enamoran, pero no pueden estar juntos, pero sí quieren, pero la otra está celosa... Y Whitney Houston canta un montón de canciones porque había que sacar un disco que lo petó muchísimo (creo recordar que yo lo llegué a tener en cassette, si no recuerdo mal). 

En fin, pues que contrataron a Lawrence Kasdan para escribir un guión, pero podían haber contratado a cualquier otro y, al menos, no hubieran tenido que desembolsar la pasta que le pagarían a uno de los guionistas más cotizados del Hollywood de los ochenta.  No sé si es que el hombre tuvo una mal día, pero más allá de un par de ideas decentes, los diálogos son de baba y la historia no tiene ni pies ni cabeza, aunque el resto no es mejor.

La dirección es absurda, con un exceso de planos cortos, de cambios de ángulo, de momentos de tensión sin ritmo, parece que el director se hubiera empeñado en planificar la película lo peor que se le ocurrió, los actores están horrorosos (algunos, como Costner, ni siquiera lo intenta) y la cohesión del conjunto brilla por su ausencia. Hay alguna transición más o menos ingeniosa, pero en general las escenas, muchas de ellas de duración ultracorta, pasan sin que sepamos a adónde íbamos, pero enfatizando cosas que ya nos han contado. 

Hay un intento, y eso lo puedo llegar a ver, de hacer cosas bien e incluso de ser artístico. Momentos de juegos de luces, de esfuerzos en la fotografía, de cámara en mano... Que quedan completamente desconectados dentro de una película que, en el fondo, quiere ser una comedia romántica con actuaciones musicales, pero se ha visto obligada a ser otra cosa, que ninguno de sus responsables han sabido encajar, para, al final, no ser nada más allá de larga, aburrida y descolocada.

P.D.: En Filmaffinity tiene casi la misma nota que Bad Influence. La memoria de Curtis Hanson no se merece esto.

05 diciembre 2023

Saint-Narcisse

Saint-Narcisse (Bruce LaBruce, 2020)

 


Artista multidisciplinar y activista LGTBIQ+, la carrera cinematográfica de Bruce LaBruce es tan interesante por el fondo como prescindible por las formas, alternando películas underground con producciones literalmente pornográficas y, en algunos casos, habiendo llegado a rodar ambas versiones del mismo film

Personalmente, y a pesar de que confirmo que la calidad de la mayoría de las producciones que dirige/produce y, a veces, interpreta, es más que dudosa, me fascina su ideario y el cómo intenta fusionar todas sus obsesiones, políticas, éticas, eróticas... y cómo con su obra comprobamos que eso de que de mayores nos volvemos más conservadores... es para los cobardes. 

Esta Saint-Narcisse, posiblemente lo menos underground que le he visto, sin llegar ni de lejos a lo indie americano menos mainstream, es una nueva muestra de su concepción vital, que parece cada vez más anárquica y desprejuiciada.

Un chaval que vive con su abuela, aprovecha la muerte de esta para intentar buscar a su madre abandónica, en base a cuatro pistas mínimas que descubre cuando la muerta ya está criando malvas. Para ello necesitará viajar a un pueblucho lleno de gente rara, en el que se encuentra con unos monjes, uno de ellos especialmente parecido a él mismo. 

Brujas, relaciones sexuales múltiples, incesto, moralidad laxa, abusos sexuales eclesiásticos, confusión entre amor y posesión... La misma temática habitual en torno al pensamiento cada vez más liberal (del de verdad, no de la mierda esa que no paran de repetir esos "liberales" en lo económico que luego quieren que volvamos al nacional-catolicismo) de su autor, ya en un punto en el que, si eres adulto y libre, nada es tabú.

Abandona lo explícito sexualmente, quizá porque en este contexto está más interesado en tensar los límites morales del espectador, pero por lo demás se sigue moviendo con planos asimétricos, actuaciones discutibles, diálogos declinados, y decisiones cinematográficas poco ortodoxas, en general, que sólo buscan el riesgo como en el cine underground canónico, si es que eso existe. 

Aún así, estéticamente está más cerca de Dereck Jarman, o el resto de homocineastas de los ochenta, que de sí mismo, quiero pensar que con toda la intención de llegar a un púbico al que de otra forma sería impensable, para destrozarles todos sus esquemas.

Sensual, sexual y fascinante en su, siendo generosos, irregularidad, me ha gustado este LaBruce, tengo que reconocerlo. No creo que a mucha más gente le vaya a pasar lo mismo.  

03 diciembre 2023

Celda 211

Celda 211 (Daniel Monzón, 2009)

 


Conocí a Daniel Monzón como uno de los creadores del Días de cine original, subdirector si no recuerdo mal por aquellos entonces, y como crítico cinematográfico en Fotogramas. Ni el uno ni la otra fueron lo mismo para mi cuando se fue de ambas a probar el otro lado de las cosas.

Gran defensor del cine de entretenimiento, me alegré mucho de su paso a la dirección, con el riesgo que eso conllevaba, con El corazón del guerrero, película imperfecta a la que guardo muchísimo cariño y que, a pesar de las limitaciones presupuestarias, ya aspiraba más al mainstream que a los circuitos independientes europeos.

Tras ir probando varios subgéneros del cine de acción/aventuras, pareció encontrar su mojo en las variantes del policiaco con La caja Kovak, y con el estreno de Celda 211 terminó de convertirse en uno de los grandes nombres de ese nuevo policiaco español, que es el mismo que ya hacían gente como Urbizu en los noventa, pero con presupuesto.

Un chiquito que va a trabajar como funcionario de prisiones, decide ir a conocer el presidio en el que empezará a currar al día siguiente, sin sospechar que los presos han decidido hacer un motín justo el día de la visita, y, siendo víctima colateral del inicio del mismo, quedará atrapado entre esos presos teniendo, a la vez, que ocultar su identidad, y que defender a unos futuros compañeros que, a lo mejor, no merecen ser defendidos.

Drama carcelario donde, a pesar de las hollywoodienses formas, tenemos desde el principio la sensación de que todo va a salir mal como en cualquier película europea, Celda 211 es un ejercicio de estilo clásico, que sin aspavientos ni mayores concesiones a "la modernidad" más allá de un poco más de violencia gráfica que en sus parientes norteamericanas de los cincuenta y sesenta, pone en imágenes un guión no del todo redondo (hay un par de artificios en aras de la explicación de la deriva de los personajes que son muy cantosos) potenciando lo que quiere contar y pasando por alto el resto, como un buen director tiene que hacer, sin perder el afán de espectacularidad ni de agradar al público, aunque sin hacer concesiones por ello. 

En medio del espectáculo, aunque lo justo para no arruinar el ritmo, la trama y la narrativa, aparecen diatribas varias acerca de la moralidad, de la falsa dicotomía entre buenos y malos, de los intereses políticos y mediáticos, y de cómo en situaciones de presión se toman las peores decisiones posibles, aún incluso teniendo que asumir sus consecuencias. 

Todo ello con pulso, con una planificación estupenda, con un gusto estético exquisíto y con mucho saber hacer del que ha aprendido mucho no sólo viendo cine y sino cuestionándolo. 

Pero tampoco demos tanto mérito a Monzón, por más que lo tenga, en realidad si en algo se sostiene la película es en las interpretaciones de unos actores espléndidos (salvo el acento sudamericano de Carlos Bardem, no recuerdo exactamente de dónde tendría que haber parecido, pero sí de la grima), especialmente de un Luis Tosar y su Malamadre, que todos los medios patrios convirtieron inmediatamente en historia del cine español. No era para menos. 

02 diciembre 2023

Dungeons and Dragons: Honor entre ladrones

Dungeons and Dragons: Honor Among Thieves (John Francis Daley, Jonathan M. Goldstein, 2023)

 


El revival ochentero este que nos hemos inventado los cuarentones para seguir sintiéndonos jóvenes, que tanto ha aprovechado Jolivú, y que parece que no va a acabar nunca, nos está trayendo alegrías, cada vez menos, entre las que este año se encuentra este presunto revival en acción real de aquella serie de animación cuya sintonía todavía recordamos vivamente, que en realidad es una adaptación del mítico juego de rol al que no tanta gente ha jugado, sólo que publicitarlo así no entraba dentro de la campaña de marketing.

Enésimo intento exitoso de revivir el género de aventuras clásico, a ver si de una vez suena la flauta, en la línea de aquella The mummy de finales de los noventa que tantas alegrías nos dio, Dungeons and Dragons: Honor Among Thieves es una mezcla de acción y comedia que sólo parece querer entretenernos, y se esfuerza lo justo para ello, cosa que como ya hemos visto una y mil veces, no es tan fácil.

Historia sencilla de buenos y malos, de traiciones, magos malvados, villanos estúpidos, héroes poco heroicos, y muchos intereses personales que sacrificar en pos del bien mayor, la película funciona, precisamente, por aplicar esa misma sencillez hasta a los homenajes. 

Ninguna escena de acción está demasiado alargada, ningún chiste se enreda, no aburre, los personajes son simples pero definidos, las tramas no tienen complicaciones y se solucionan rápido, los efectos especiales acompañan pero no eclipsan, y no olvida a los fans, pero tampoco a los que no lo somos.

No es la gran película del año, pero es solvente, divertida y nunca aburre. Chris Pine, sin ser el gran actor de su generación, es otro que elige estupendamente sus proyectos, y deseo fervientemente seguir viéndolo en nuevas aventuras de estos personajes. Me lo pasé francamente bien. 

01 diciembre 2023

Este mundo no me hará mala persona

Questi mondo non mi renderà cattivo (serie de TV, Doghead Productions/Movimenti Production)


 

Poco más voy a poder decir de la segunda miniserie de Zerocalcare para Netflix más allá de lo que ya dije de  Strappari lungo i bordi hace poco más de dos semanas, porque al final no deja de ser una segunda entrega, semiautobiográfica (presuponemos), de la vida de su alterego Zero, teniendo ahora que enfrentarse a hechos objetivos generales, tan desagradables y removedores como los personales por los que pasaba en su primera aventura internacional.

En el auge del nuevo movimiento fascista italiano, ese que finalmente hizo que un partido político prácticamente nazi disfrazado de catolicismo llegara al poder, Zerocalcare viene a contarnos, sobre todo, su teoría de por qué el auge de la extrema derecha en Italia, especialmente entre los menos favorecidos. 

Para ello usará la historia de un antiguo amigo, adicto rehabilitado, que vuelve al barrio tras mucho tiempo y cuya familia le pide a Zero que lo apoyen. Ese amigo, abandonado en un momento determinado por todos, vuelve al barrio acompañado de una gente que le ha apoyado, en el momento en que esa gente comienza a manifestarse de todas las formas posibles en busca de una Italia libre de inmigración.

Zero se tendrá que enfrentar, nuevamente, a sus demonios y los demonios de todos los que, efectivamente, no quieren ser malas personas, incluyendo los dilemas que surgen fruto de la precariedad, y que pueden llevar a tomar decisiones que, precisamente, no nos van a hacer ganar una plaza en el paraíso cristiano.

Y reflexiona sobre cómo el propio poder se encarga de generar los malestares que hacen surgir la miseria moral de la gente, de lo fácil que es dejarse llevar por unas ideas que exculpan a la persona de su propia responsabilidad, y de lo mucho que las buenas personas oficiales han dejado de lado, incluyendo a sus propios vecinos, en busca de objetivos más altos e irreales. 

De cómo los medios de comunicación han optado por idiotizar el discurso y anular la posibilidad de disentir, de cómo distraen a los díscolos para impedir que aparezcan ideas fuera de las líneas editoriales, y de la cobardía que hace que estos les sigan el juego, porque es "el bien para todos".

Y de cómo, por más que ya reflexionamos largamente sobre ello, el armadillo siempre tira al monte y Zero termina responsabilizándose de cosas que no podría haber resuelto aunque quisiera, de cómo nosotros también elegimos lo que queremos, y a lo mejor no es lo más conveniente convertir en enemigo a la víctima, por más malas decisiones que toma. Porque lo mismo no le hemos dado más opciones.

Me da la impresión de que, comparándola con el largo clima reflexivo de Strappari lungo i bordi, esta segunda hornada queda un poco más corta de lo que debiera respecto a todos los frentes que abre, pero, sinceramente, tampoco me importa mucho. 

Como en su anterior serie, Zerocalcare se muestra emotivo, sensible y elegantísimo en todo lo que plantea, con un humor amargo que acompaña perfectamente el tono de la historia que cuenta, y alguna que otra reflexión que, si somos capaces de asumir, pone los pelos de punta. 

Ahsoka

Ashoka (serie de TV,    Lucasfilm)   Tras abandonar la orden Jedi, Ashoka Tano, la antigua padawan del Anakin Skywalker, ha ido siendo una p...