Takeshi’s Castle (serie de TV, Encofrados Encofrasa)
No sé a quién se le ocurrió traer Humor amarillo al siglo XXI, pero no puedo entender el motivo que le pudo haber llevado a hacerlo y, visto el resultado, tampoco tengo claro si les habrá merecido la pena.
Humor amarillo venía de la tradición tan occidental, vista desde los sesenta, de coger algún producto asiático, generalmente japonés, modificar más o menos la edición y doblarlo a base de chistes locales bastante estúpidos con tal de provocar la risa. Y ya. Fue un programa relativamente exitoso en los inicios de las televisiones privadas, especialmente para un público adolescente que buscaba tortazos y chistes de mierda. Cumplía lo que prometía.
Su versión moderna se basa en premisas similares, donde se busca la humillación del concursante en medio de una serie de pruebas diseñadas para que nadie termine de superarlas, con los mismos disfraces de mercadillo y otros muchos guiños a su programa matriz, pero con una pantalla verde donde proyectar imágenes y una prueba final digna de un parque de atracciones de tercera. Takeshi Kitano, ese actor y director al que le llovieron los premios por espléndidas películas jodidísimas, sorprendente ideólogo aparente de esta estupidez, y dueño del "Castillo" del título, aparece en el último episodio para llevárselo calentito, supongo, aunque la conducción la llevan los mismos actores que ya lo hacían en la original.
En fin, que tampoco importa nada el programa original, porque lo importante es el resto. No sé si Amazon o la productora se decidieron a gastarse los cuartos contratando a cómicos de moda más o menos conocidos (Dani Rovira y Eva Soriano no podían faltar, porque si se hace algo de comedia en este país sin ellos te vetan la emisión, parece ser, y por allí pasaba Jorge Ponce, además de Mr. Jagger dando más gritos de lo habitual), tanto que no debió quedar mucho dinero para guionistas buenos, así que contrataron a unos cuantos que, al menos, por momentos están inspirados.
Demasiados chistes acerca de la nostalgia, la mayoría, además de malos, repetidos hasta la saciedad, y una estructura mucho más lineal, no ayudan a terminar de encontrar lo disfrutón que tenía el anterior formato. Hay un intento de caracterizar tipología de personajes, algunos muy bien conseguidos, con los que hacer chanzas acerca de estereotipos muy reconocibles, que es lo que mejor funciona. Aún así, se nota a los cómicos demasiado encorsetados en un guión con demasiados pocos chistes memorables, resulta mucho más agradable y natural cuando interaccionan entre ellos.
Los concursantes, que ahora no sólo son japoneses, se dan golpes, se caen, saludan a la japonesa, hay momentos francamente divertidos, pero la mayoría da mucha perecita, mucho más si se ven como atracones. Para ver poco a poco los domingo por la tarde, mientras se hace la siesta, es una opción. Aunque las hay bastante mejores, sólo que posiblemente para esas haya que pensar.
P.D.: el chiste con el título del anterior programa, intentando no ser racista, aparte de espantoso es ofensivo, ¿por qué repetirlo en todos los programas metiéndolo en la cabecera?
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