16 diciembre 2023

Snatch: cerdos y diamantes

 Snatch (Guy Ritchie, 2000)

 

El inicio del éxito internacional de Guy Ritchie, que le sirvió para poder cobrar mucho dinero por dirigir proyectos horrorosos y/o impersonales, sólo teniendo que repetir cada tanto la fórmula de su éxito inicial, le llegó con esta película, segundo largo tras su exitosos debut británico con Lock & Stock and Two Smoking Barrels, en el que repite parte por parte todo lo que ya le funcionó en ella, sólo que con mucho más dinero, estrellas de Hollywood implicadas, y una distribución internacional asegurada. 

No me entiendan mal, no quiero quitarle mérito a esta película, que creo que roza la excelencia, sino al resto del trabajo de Ritchie, mucho más cuestionable. Pero eso sería otro debate. 

Snatch, desconozco el motivo de su subtítulo español, es, como ya dijimos, una versión mejorada, tanto en presupuesto como, creo, en realización, de su película previa, con la que comparte temática y patrones de personajes. Ritchie, también guionista de ambas, se mueve bien en el hampa, en los repartos corales y las situaciones imposibles de las que escapar (o no) por los pelos, con las sorpresas del guión y la conversión de mindundis en figuras casi heroicas. 

Su cámara es ágil, el ritmo rapidísimo, vertiginoso por momentos, y rompe continuamente con planificaciones clásicas, utilizando la estética videoclipera, tan denostada como lenguaje cinematográfico por aquella época, como un recurso narrativo más. 

Por momentos, porque la inspiración no sé si es reconocida pero es evidente, parece que estemos ante una actualización europea del cine de mafiosos de Scorsese, con un sentido, además, mucho más lúdico. Es una visión de la delincuencia mafiosa centrada en los secuaces, los gregarios, los personajillos de poca monta que al final son los que se meten en líos y solucionan los problemas, más que en unos jefes que, al contrario que sus homólogos del cine hollywoodiense, son de todo menos sofisticados. 

Y además, el punto de vista huye de lo dramático como de la peste, y se centra en lo cómico-aventurero (no sé cómo llamarlo), con una serie de situaciones y personajes (toda la trama de los gitanos es hilarante) que se salen del ideario habitual y cuyas pifias sirven más para el disfrute que para la exploración dramática. 

Un reparto coral, con múltiples líneas argumentales que confluyen, efectivamente, en unos diamantes que, de no aparecen, hará que echen a todos a los cerdos, es llevado sin ningún tipo de esfuerzo por un guión donde todo está hilado, todas las situaciones parecen contar con peso específico, y nada parece que sobre y quede colgado.

Los actores cumplen con su función, tampoco estamos esperando aquí las grandes interpretaciones de la historia, y parecen pasárselo muy bien mientras tanto. 

Todo funciona como un reloj, que es el motivo por el que repitió lo mismo con sus Sherlock Holmes o su The man from U.N.C.L.E., con resultados más discretos, pero de un nivel aceptable, y, sobre todo, divertentes. Tanto fue el éxito en su momento, y tanto lo que Ritchie le debe, que se hizo hasta una serie a mediados de la década de los 2010, de la no puedo hablar porque me acabo de enterar de que existe.

Lo que nadie termina de entender es qué hacen ahí en medio una versión "live-action" de Aladdin o ese engendro que hizo para contentar a Madonna cuando estaba casado con ella. Espero que, al menos, ganase mucha pasta.

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