Dungeons and Dragons: Honor Among Thieves (John Francis Daley, Jonathan M. Goldstein, 2023)
El revival ochentero este que nos hemos inventado los cuarentones para seguir sintiéndonos jóvenes, que tanto ha aprovechado Jolivú, y que parece que no va a acabar nunca, nos está trayendo alegrías, cada vez menos, entre las que este año se encuentra este presunto revival en acción real de aquella serie de animación cuya sintonía todavía recordamos vivamente, que en realidad es una adaptación del mítico juego de rol al que no tanta gente ha jugado, sólo que publicitarlo así no entraba dentro de la campaña de marketing.
Enésimo intento exitoso de revivir el género de aventuras clásico, a ver si de una vez suena la flauta, en la línea de aquella The mummy de finales de los noventa que tantas alegrías nos dio, Dungeons and Dragons: Honor Among Thieves es una mezcla de acción y comedia que sólo parece querer entretenernos, y se esfuerza lo justo para ello, cosa que como ya hemos visto una y mil veces, no es tan fácil.
Historia sencilla de buenos y malos, de traiciones, magos malvados, villanos estúpidos, héroes poco heroicos, y muchos intereses personales que sacrificar en pos del bien mayor, la película funciona, precisamente, por aplicar esa misma sencillez hasta a los homenajes.
Ninguna escena de acción está demasiado alargada, ningún chiste se enreda, no aburre, los personajes son simples pero definidos, las tramas no tienen complicaciones y se solucionan rápido, los efectos especiales acompañan pero no eclipsan, y no olvida a los fans, pero tampoco a los que no lo somos.
No es la gran película del año, pero es solvente, divertida y nunca aburre. Chris Pine, sin ser el gran actor de su generación, es otro que elige estupendamente sus proyectos, y deseo fervientemente seguir viéndolo en nuevas aventuras de estos personajes. Me lo pasé francamente bien.
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