Only murders in the building (Serie de tv, 20th Century Fox Television/20h Television/ Rhodesia Island Ave. Productions)
A raíz de un comentario en alguna red social que hablaba de lo cansados que estábamos empezando a estar de los titulares hiperbólicos (presumo,
aunque no recuerdo bien, que esa en cuya destrucción, a base de tomar
sistemáticamente las peores decisiones, está ocupando su divorcio la
autoproclamada "mente más brillante de nuestro tiempo"), reflexionaba conmigo mismo en esa necesidad que parecemos estar teniendo, y que se justifica con esas frases grandilocuentes que llenan medios especializados y bitácoras informales como la que ustedes están leyendo, de convertir nuestras experiencias (personales, sexuales, culturales en general, y audiovisuales específicamente en este caso particular) en acontecimientos únicos e irrepetibles, como si se nos fuese a castigar por disfrutar de la mediocridad, de la repetición, de lo mismo. O se están poniendo los pelos de punta con la mejor película/serie/libro/disco... de la historia, o es lo peor que se ha estrenado en la historia del cine y no sabemos por qué nadie se gastaría el dinero en producir eso. Insistimos en no permitirnos grises cuando grises son la mayoría de cosas que nos rodean y, salvo imposturas forzadas, la mayoría de lo que más gusta. Lo demuestran los datos de audiencia cada vez que emiten Grease o Pretty Woman en abierto.
En esta gama de los grises tendríamos que situar a esta Only murders in the building, de cuya primera temporada ya hable, mucho y muy bien, donde antes. Y está en los grises porque, como ya dije en ese post anterior, no estamos ante la serie que va a cambiar el mundo de las series. Ni lo está buscando ni lo necesita.
Serie confortable, en el sentido de aquello a lo que los americanos llaman "confort food", esa comida que te da calorcito porque es grasa, rica, te recuerda otras cosas entrañables, alejada de la alta cocina, pero que todos asumimos y comemos con cariño. Esta serie es algo que ya hemos visto otras veces, que no aporta nada nuevo, pero que consigue que te rías, que te emociones, que lo pases mal por los personajes, que sientas cosas, por más que no va a estar, probablemente, en ninguna de esas listas de "las mejores series de la historia" que elaboran cada seis meses tres revistas distintas, porque hay que ir generando hype.
¿Que qué cambios hay respecto a la primera temporada? Ninguno. Asesinatos, amigos metomentodos plantándole la mosca a una Policía que no sabe hacer su trabajo, chistes macabros, tópicos, labores de investigación más o menos torpes, luchas por derechos de autor y ocurrencias que descubren a asesinos, exactamente igual que en su temporada previa, o en cualquiera de las aventuras de Jessica Fletcher.
¿Y si es lo mismo por qué lo vamos a ver? Porque entretiene, es divertida, hay chistes generacionales, milenials que se dan cuenta de que ya no son jóvenes, padres que posan en pinturas eróticas donde salen con los huevos colganderos, psicópatas que no creen que intentar asesinar a su novio sea motivo suficiente para romper la pareja, la inspectora Williams, Uma, Jane Lynch, Shirley McLain, Tina Fey y, en una tercera temporada donde aprovechan que se traslada el conflicto al teatro para jugar con todos los tópicos posibles de Broadway, un Paul Rudd y una Meryl Streep maravillosos como protagonistas. Y una planificación estupenda, y una estética luminosa y colorida, y una música estupenda, y un todo para que pasemos un rato agradable, sin necesidad de provocarnos preguntas que nos incomoden.
Si no pueden disfrutarlo, ustedes se lo pierden.