Anacleto: Agente Secreto (Javier Ruiz Caldera, 2015)
Anacleto, agente secreto, llega a una cárcel para escoltar a su archienemigo Vázquez a España, creo, pero el convoy en el que lo trasladan es atacado, Vázquez liberado y él queda gravemente herido. Como su archienemigo es un malvado muy malvado de cómic, tiene decidido vengarse de él matando a su hijo Adolfo, un bueno para nada que trabaja de guardia de seguridad y cuya máxima aspiración en la vida, para desesperación de su aventurera novia, es verse todo lo que pueda del catálogo de Netflix durante su día libre.
Empiezan a pasar cosas en la vida de Adolfo, unas más esperables, como que su novia lo mande a freír espárragos, y otras más raras, como que un señor lo intente matar en su sala de estar y termine siendo víctima de unas artes defensivas que Adolfo no recordaba tener, o que su padre resulte ser un agente secreto de una agencia de inteligencia que parece ser más torpe que el departamento de comunicación de la RFEF. Él no quiere saber nada de nada de ello, pero entre que su padre insiste y que en todo su entorno no para de haber espías de Vázquez que hacen todo lo que pueden por quitarlo de en medio, a Adolfo no le queda otra más que ayudar a atrapar al malvado y convertirse en el heredero de su padre.
Ruíz Caldera abandona la comedia más pura, después de la más que reivindicable Tres bodas de más, para pasar a hacer una adaptación muy libre del cómic clásico de Vázquez, con una versión mucho más heroica del personaje clásico, más en la línea de la comedia de acción hollywoodiense que del esperpento patrio, lo que no es malo de por sí, pero personalmente hubiera preferido lo segundo.
Aún así, mantiene el tono cañí y gamberro, disfrazado al inicio entre tanta acción convencional que casi ni llama la atención, pero que va cogiendo fuerza a medida que avanza la película, para terminar desmelenándose al final, su parte más divertida e interesante. Esa en la que empiezan a terminar bromas que se han iniciado al principio, donde a los aventureros se les quitan las ganas de aventuras, y donde las suegras son malas, como han sido toda la vida en el imaginario colectivo.
Se ayuda para ello de un reparto perfecto, con un Quim Gutiérrez que está comodísimo en su papel de adolescente añoso (en el que ya es experto), una Alexandra Jiménez que vuelve a demostrar que es una actriz cómica fantástica, un Imanol Arias y un Emilio Gutiérrez Caba que, sin hacer nada, lo hacen todo bien, y un Carlos Areces, más Areces que nunca, villano perfecto de una película como esta. Y eso sin empezar a hablar de los secundarios, posiblemente, lo mejor de toda la película.
La tenéis actualmente en RTVEplay, gratis. De nada.
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