The Witcher (serie de TV, Platige Image/Netflix/Sean Daniel Company/Pioner Stilking Films/Cinesite)
Empezar a hablar de The Witcher a estas alturas podría ser complicado, si el intento desesperado de corregir todo lo que se le criticó a la primera temporada no lo hubiera hecho todo tan fácil, con lo que, salvo que me líe como de costumbre, acabaremos pronto.
Novelas fantásticas convertidas en videojuegos de éxito, la adaptación televisiva de las aventuras de Geralt de Rivia llegó a Netflix con muchísimas expectación y, como es habitual en todo lo que tiene fandom, cargada de polémica porque no era lo que los fanses esperaban, sea eso lo que quiera dios que sea.
Es cierto que no dejaba de ser una temporada de presentación, donde sólo se conseguía coger ritmo en los últimos capítulos, justo cuando conseguíamos entender los saltos temporales de la historia y poner en orden lo que nos habían contado para llegar a lo que querían llegar desde el principio, el encuentro entre nuestro brujo y la princesa a la que había quedado unido desde antes de su nacimiento.
Quedaba una temporada de diez capítulos larguísimos, en su mayoría, de factura exquisita en lo estético, menos redonda en lo narrativo, en cada uno de los cuales se nos contaba un cuento, parte del puzzle que el espectador no conocedor de los personajes tenía que montar. Quizá fue eso, precisamente, lo que hiciera que los no fanses respondiésemos mejor, lo cierto es que, digan lo que digan, una vez hallada la linealidad temporal y con el desencadenamiento del conflicto por la búsqueda de la poderosa hechicera y, sobre todo, por El Continente, la serie ganaba enteros, dejando un final magnífico para una segunda temporada.
Desafortunadamente, las cuitas de nuestro brujo seudomedieval, su princesa maga, su amante hechicera, su amigo el bardo follador y un montón de seres sobrenaturales, tuvieron una segunda temporada planísima, intentando gustar a quien no lo había hecho, para lo que no es que se perdiera la sorpresa, sino que se lanzaron a lo puro tópico (incluyendo traiciones, posesiones, venganzas sobre traumas absurdos, muertes de secundarios importantes y tramas secundarias que no parecían tener mucha relación con la principal) perdiendo mucho interés para los ajenos al universo witcheril, no tanto para los adeptos consumados.
Tanto es así que se firmó a la vez la renovación de varias temporadas, la tercera de ellas la que nos trae nuevamente a estos lares. Mejor escrita, con más recorrido y giros, más cohesionada, lo cierto es que, sin salir de la linealidad, las nuevas aventuras de de Rivia me han reconciliado con el brujo y sus acompañantes.
Lucen mucho las intrigas palaciegas, están muy bien rodadas las maquinaciones, y las batallas son mucho más emocionantes. Hay un tono de tensión continuo que se agradece, y una cierta preocupación porque el espectador no tenga la sensación de estar viendo series de aventuras medievales de los 80-90 (no daré nombres porque siempre hay alguien que se va a molestar), lo que también merece reconocimiento.
Para la temporada cuatro, no se sabe muy bien por qué, prescindirán de Henry Cavill. Teniendo en cuenta que es otro que de esos guapísimos pero que de actuar va justito, y que su personaje lleva con la misma cara treinta capítulos, no creo que salgamos perdiendo.
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